Crónica XI Cross Minero 2015 Teresa Mateo: Mi experiencia


Un año más, y ya van once, se celebró en mi localidad, el pueblo minero del Llano del Beal, su competición deportiva popular más mediática de los últimos años. Esta undécima edición, la segunda para mí ha sido especial porque, entre otros aspectos,  he tenido una fuente de motivación extra, mi hermano pequeño también se iba a calzar las zapatillas. Ambos hemos compartido el proceso de inscribirnos y prepararnos juntos, así como la ilusión y nervios de los días anteriores e instantes previos.
Me estrené en el cross en el año 2013, ese mismo verano me inicié en esta moda del “running” sin pretenderlo. Sumando kilómetros me liberaba por minutos de la pena que arrastraba tras perder a un ser muy querido. Correr era mi terapia, una válvula de escape, un puente a una batalla diferente que se debatía entre mi cuerpo y mi mente y que día a día trataba de vencer. Reconozco que aquella, mi primera edición, corrí por él, de principio a fin. Aunque sufrí durante esos 7700 metros, la recompensa final fue tal que he seguido enganchada a este deporte desde entonces, llegando a recorrer distancias que hace poco tiempo eran imposibles.                       Con esta somera retrospectiva que ha surgido de manera espontanea, paso a contar mi experiencia de este año. Como ya he mencionado, mi motivación ha sido otra, hacer algo de deporte, pasármelo bien y compartir el momento con mi hermano. Venía de un buen estado de forma y sin apenas haberme preparado por no disponer de tardes libres para echarme a la carretera. Para mí, el momento perfecto para salir es al final del día, con el ocaso. Considerando mi situación, no  tuve más remedio que entrenar las dos últimas semanas a primera hora de la mañana. Pese al poco rodaje y el cansancio que acumulaba, tenía ganas de correr, y esta vez por mí.
         Este año el recorrido incrementó hasta llegar a los 8,5 kilómetros, lo cual para mí hacía más emocionante el reto. Más metros y “nuevo” recorrido. Una vez allí, las sensaciones fueron muy diferentes a las de mi primera participación, estaba calmada, no tan impaciente y con ganas de disfrutar y sufrir lo menos que dependiera de mí. Esta vez reconocía caras, encontré  a amigos  con dorsal y me sentí acompañada en todo el recorrido, antes y después. Con el pistoletazo de salida, inicie el cronómetro, me acomodé los cascos y, ¡empecé a correr!


Teniendo en cuenta que no me encontraba en perfectas condiciones, con las piernas pesadas y algo agotada por el calor, decidí comenzar la carrera a un ritmo suave, de calentamiento, hasta el segundo kilometro, donde a medida que iba entrando en carrera, pugnaba por interpretar las sensaciones del momento para adaptar mi velocidad media. Salvo el tramo de asfalto que transcurría por la calle principal o zona de las cocheras de las conocidas como “100 casas”, en el que me sentí algo incomoda al esforzarme por llevar un ritmo cardiorespiratorio óptimo. Sorpresivamente, para mi alivio, los kilómetros restantes fui sintiéndome poco a poco mejor. Salve las dos subidas más técnicas a ritmo de grupo, con lentitud y, por tanto, con mucha paciencia, ya que es casi imposible adelantar. Este determinante factor las endureció más si cabe. Exceptuando estos dos ascensos, el  resto del camino fue más ameno, con frecuentes subidas y bajadas, más y menos peligrosas, la rapidez de los caminos pedregosos amplios, las maravillosas vistas al Mar Menor, dar con algún que otro pozo minero, y el asalto a la pinada ya por encima del sexto kilómetro, son en mi opinión los elementos más característicos de la carrera, sin olvidarnos de las condiciones ambientales. Con una elevada temperatura (superior a los 30 grados centígrados) y un alto porcentaje de humedad, lo que contribuyó a que la sensación térmica a la hora programada fuera de mucho calor, que con la caída del sol se fue suavizando.
 Para concluir, pasé la línea de meta en menos de 45’, algo más lenta de lo que me había propuesto, pero muy contenta y satisfecha de cómo había acabado y por haber disfrutado muchísimo, tanto, que se me hizo hasta corta. Quedé cuarta de mi categoría (senior) y primera clasificada local. En definitiva, no puede haberme ido mejor, ¿o  sí? Sin duda alguna el próximo año repetiré e intentaré superarme.
No puedo olvidar felicitar y agradecer a la organización su implicación, con Juan Ernesto Peña a la cabeza, a todos los que han colaborado y dedicado su tiempo y esfuerzo para que personas como yo disfruten de un evento deportivo tan satisfactorio, se encuentren mejor, más fuertes,…, más vivas.
HASTA EL AÑO QUE VIENE, GRACIAS

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