crónica de Antonio Aledo

El Sábado 23 de Agosto había una cita con el Cross Minero en el Llano, el día caluroso pero menos de lo esperado para ser Agosto, la humedad eso si era alta.

La carrera de menores era anterior a la carrera absoluta. Muchos niños en todas las categorías y buen ambiente para que vayan aficionándose.

A las 19:54 con puntualidad (difícil de conseguir habiendo carreras de niños con anterioridad) empezaba la carrera. Como en todas las carreras hay corredores que no se sitúan acordes con su ritmo en el grupo de salida, lo que hace que durante el primer kilómetro cada uno intente situarse en la posición de carrera que le corresponde.
Al pasar otra vez por la línea de salida te das cuenta de la cantidad de gente que se congregaba para animar a los corredores. Tras la salida del pueblo empieza la parte buena de la carrera. Primero se pasa por una zona donde hay que tener cuidado con los surcos que ha dejado el agua en el terreno. Cerca del km 3 está la subida corta pero empinada que te hace subir pulsaciones y a los menos acostumbrados que tengan que andar para poder subirla. Desde allí arriba es de donde se puede apreciar el río de corredores que viene desde el pueblo. Creo que es el lugar idóneo para hacer una bonita foto del evento.
Metidos en tierra afrontamos la segunda mitad de la carrera, las marcas de yeso indicando el camino, los carteles anunciando peligros (sobre todo el de las dos piedras grandes tras un montículo) y el personal de apoyo situado en puntos clave junto con el vaso con agua que aunque para este tipo de carreras no es absolutamente necesario se agradece. Lo que si echo en falta es un contenedor o recipiente para tirar los vasos de plástico a unos 100/200 m. Veo vasos tirados por donde se pasa corriendo y por zonas alejadas del avituallamiento (no se tiene conciencia, espero que algún día se mejore).
Tras el paso por el estrechamiento se inicia una larga bajada poco pronunciada donde se puede correr cómodo. Es la mejor zona para soltar piernas de la carrera.
Pasamos el km 6 y ahora toca subir, última subida y la peor de todas, 300 o 400 metros de subida en lo que hay que dar lo que quede de fuerzas y de corazón. Una vez arriba del monte puedes ver aparte de los sanitarios con el coche estratégicamente colocados, la meta al fondo con el sonido del speaker. La primera parte de la bajada es una bajada muy pronunciada hay que bajarla con cuidado pues en las piernas se nota la subida anterior.
Los últimos metros son para disfrutarlos y para llegar a meta de la mejor manera posible.

En la meta unas sillas que vienen fenomenal para quitarse el chip y una bolsa del corredor bastante completa con una camiseta de diseño muy bonita. Un melón, coca-cola y alguna degustación para terminar.

Bonita carrera, con carretera, tierra, piedras, subidas y bajadas. Junto con el Sapo las dos carreras cortas más duras del Mar Menor en verano. Magnifica organización, en la que Juan Ernesto y su equipo han dedicado muchas horas y dedicación. Enhorabena! El verano que viene volveremos y esperemos mejorar marca.
Un saludo

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